WWF procura preservar la belleza natural y riqueza de especies de Turneffe, el atolón más grande de Belice

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21 julio 2008
“Lo que ha salvado al atolón de Turneffe hasta ahora es la lejanía de tierra firme, pero desafortunadamente está siendo descubierto por inversionistas que quieren establecer aquí centros de recreo, lo que dañaría la zona en muchos aspectos”, comenta con preocupación Shalini Cawich, bióloga marina del Programa del Arrecife Mesoamericano, de WWF.

El atolón de Turneffe está situado a 40.2 kms al este de Ciudad Belize, rodeado por aguas oceánicas profundas teñidas de un intenso color azul. Con aproximadamente 48 kms. de largo por 16 kms. de ancho, es el más grande Atolón y el de mayor diversidad biológica de Belice. Está conformado por una serie de islotes de manglares, cayos, lagunas y exuberantes mantos de pastos marinos, todo rodeado y protegido por un anillo de coloridos arrecifes de coral.

Más de 150 islas conforman Turneffe, desde pequeños bancos de arena, islotes incipientes con algunos arbolitos de mangle, hasta islas de poco más de 2 mil hectáreas de largo, cubiertas con al menos 77 diferentes especies de plantas, entre ellas manglares, palmas enanas y cocoteros.

Este Atolón caribeño posee un alto valor de conservación, debido a sus grandes extensiones de manglares vírgenes, hábitats de pastos marinos y lagunas de poca profundidad, que lo convierten en un inmenso criadero para una amplia gama de especies marinas, como peces, langostas, caracoles, el manatí de indias occidentales y es hogar de la más grande población del cocodrilo americano de agua salada, con cerca de 300 individuos registrados.

Lamentablemente, algunas amenazas se ciernen sobre este paraíso tropical hasta ahora casi inalterado: por un lado la naturaleza se ensaña con huracanes mas intensos y frecuentes que destruyen todo a su paso, y el calentamiento global, que provoca el blanqueamiento y muerte de los corales, y por otro lado, la presión por construir hoteles y viviendas en esta zona y la pesca ilegal o de malas prácticas afectan el entorno de estas islas.

WWF, la organización mundial de conservación, ha estado trabajando durante varios años con el comité local de Turneffe, para establecer los Lineamientos para el Desarrollo de las Islas de Turneffe que incluye la investigación y el inventario de especies que apoyen la denominación de este atolón como la primera Reserva de la Biosfera de Belice.

No obstante su importancia, Turneffe es el único atolón del Sistema del Arrecife Mesoamericano que no cuenta con alguna declaración de área protegida ni plan de manejo. Recientemente se completó la Política Nacional de Áreas Protegidas y Plan del Sistema, del Ministerio de Recursos Naturales, que conjuntamente con investigaciones financiadas por WWF, confirmaron la importancia de los ecosistemas de Turneffe y la urgente necesidad de protegerlos.

Los resultados de esta investigación han atraído a otras organizaciones interesadas en unirse al trabajo de WWF, como la Oak Foundation y la Universidad de Belice. Con el apoyo de la Oak Foundation, WWF planea iniciar el manejo de dos áreas vitales de apareamiento y reproducción en Turneffe, para asegurar la viabilidad de las especies que buscan refugio en esta zona.

Mediante un convenio con la Universidad de Belice, esta facilitará un bote para que cuatro guarda parques pagados por WWF patrullen todo el atolón, evitando que pescadores u otros invasores afecten los diversos hábitats naturales.

“Los pescadores traen cal para atrapar a las langostas recluidas en sus refugios diurnos. Esparcen la cal sobre los corales y las langostas tienen que salir para evitar la sofocación, pues no pueden respirar, y es cuando los pescadores las capturan, pero en el proceso, la cal también mata el coral. Es una mala práctica que estamos tratando de cambiar, hablando con los pescadores para hacerles conciencia del daño que provocan” se lamenta Shalini Cawich, quien considera este trabajo de conservación la pasión de su vida.

Según ella, “también llegan a pescar fuera de temporada, cuando las langostas están en reproducción y se llevan las hembras cargadas con medio millón o más de huevecillos. Es prioritaria su conservación…”.

Como parte del programa de conservación del Atolón de Turneffe, WWF ha emprendido el proyecto de “siembra de algas marinas”, que enseña a los pescadores a plantar una especie de alga en líneas sostenidas con boyas y sujetas al suelo marino. “Al principio es una pequeña inversión en las cuerdas y las boyas, pero luego solo tienen que llegar una vez por semana y cosechar los excedentes de las algas”, explica Cawich. Estas algas se usan por el momento para consumo propio, o se venden en el comercio local para hacer batidos con leche, cremas para masajes o lociones para el rostro.

Cawich comenta que “Llegaron unos inversionistas de Santa Lucía y llevaron muestras de esta alga para sembrar allá. Cubrieron cientos de hectáreas con esta planta marina y ahora la están exportando, y esa primera semilla salió de aquí, de Turneffe. Es algo que se podría hacer aquí y sería una opción para los pescadores”.

Sin duda hay mucho por hacer para preservar las islas y lagunas de Turneffe, pero ya se han dado pasos importantes para lograrlo.